domingo, 12 de junio de 2016

EL LIBRO TRISTE

Era un libro triste, porque nadie lo pedía, aguardaba una voz humana que dijese su nombre o el de su autor,
pero pasaron los años y no sucedió.
Se acostumbró a estar en la última estantería, a decir "adios" a libros mucho más nuevos, escritos por autores más jóvenes
que su creador.
En el fondo se alegraba, se había acostumbrado al olor
de aquel recinto plagado de hijos de la imprenta.
No protestó cuando el polvo se fue acumulando sobre su lomo marrón que poco a poco se fué volviendo gris.
Tampoco lo hizo, cuando lo colocaron en aquel cesto
frente a la entrada, con el letrero de "Oportunidades"
Durante un tiempo, tuvo el placer de sentir el roce de muchas manos, que musitaban su nombre y ojeaban su interior, no sin un cierto rubor por su parte, porque, era como si le desnudasen,
sin prestarle atención.
Había perdido toda esperanza abandonado en el fondo del cesto,
entre cuatro colegas de auto-ayuda, y uno de cocina libanesa cuando unas jóvenes manos le tomaron con cuidado y su voz le sonó a música.
-¿Y este libro también cuesta un euro?
-Si ya sólo me quedan esos, se los puede llevar todos por cuatro euros.
-No, gracias, sólo me interesa éste.
A punto estuvo de que se le saltaran las tapas, tanta fue su emoción, que no podía creer que le envolvieran en aquel papel, para salir definitivamente de la librería.
Luego escuchó a su nuevo dueño hablar por teléfono con alguien,
-Montse, ¿Recuerdas aquel libro de poesía que no encontrábamos
por ninguna parte porque estaba descatalogado? Si el que nos mencionó tantas veces que fue su primer poemario...
¡Lo acabo de encontrar en una librería de viejo y sólo me ha costado un euro! ¿Te lo puedes creer?
Mañana se lo regalaremos al profesor, estará loco de contento.

 


 imagen:W. Suschitzky

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